¿Hacer lo que todos hacen? En Salamanca, al menos en los años 80, los domingos, los adolescentes, tenían por costumbre caminar y caminar, por dentro de los soportales de la famosa plaza, en un sentido y, luego, en otro, cruzándose entre ellos. Cuando un profesor les preguntó, en clase, porqué lo hacían, y no dedicaban, ese tiempo, en otro tipo de ocupaciones, como pasear por el campo, observar aves, etc., no sabían qué responder. “Es que todos lo hacen”. “Es la costumbre”. Nadie, salvo alguno considerado un “bicho raro”, por ser aficionado a la Ornitología, la Botánica, la Entomología…, se planteaba actuar de otro modo.
Es un ejemplo del borreguismo que domina la sociedad, generación tras generación. Y quienes tienen pensamiento crítico, curiosidad por aprender de forma autodidacta…, son los “raros” de la sociedad. Obedecer al gobierno y a los medios de comunicación, de forma masiva, se ha vuelto una sorprendente y peligrosa (para las libertades, la propia salud y el sentido común) norma generalizada.
Lo decía, hace años, cierto famoso comunicador televisivo, tendencioso, pero atinado en ciertas apreciaciones, preguntándose que dónde se hallaban todos esos millones de franquistas que aclamaban a Franco, y todos los que desfilaron ante su tumba, cuando llegó la supuesta Democracia.
De pronto, siguiendo la moda de turno, en base al miedo a la exclusión social, el miedo al qué dirán y a las conveniencias, buena parte de los integrantes de la sociedad española, “mágicamente”, se habían metamorfoseado en “demócratas”. “Cambiar de chaqueta” ha sido una constante, en muchos. Otros, sin embargo, se aferran a sus ideas de forma tozuda y obcecada, por miedo y por orgullo, por más que se les muestren evidencias de una realidad contraria a sus creencias.
Así ha sido, siempre, la sociedad. Si, en el Antiguo Egipto, dominaba un sistema teocrático, las masas, mayoritariamente, defendían el modelo de sociedad imperante; si se nacía en una sociedad que justificaba los sacrificios humanos, la mayoría se amoldaba y defendía la ideología dominante… Y, cuando se produce un cambio, aparecen los trepadores, los oportunistas, y se producen sorprendentes “cambios de chaqueta” ideológicos.
Lo difícil es apostar por la propia conciencia, buscar la Verdad (sin prejuicios, ni preconceptos), y, si es preciso, situarse a contracorriente, cuando se han acumulado suficientes evidencias acerca de las mentiras y disfraces engañosos de un modelo de sociedad injusto.
Antaño, eran evidentes las tiranías. El Mal aprendió que era más eficaz una tiranía encubierta, disfrazada de Democracia, en la que los súbditos aplaudan su esclavitud, creyendo que son libres. Ése es el mundo actual, y quienes lo señalan y tratan de que los esclavos comprendan lo que sucede, son atacados tanto por esclavizadores como por esclavizados. El colmo del absurdo.
Si se advierte a una anciana, que camina con un bastón, de que, 27 m más adelante, hay un socavón en la acera, la mujer comienza a increparte, a insultarte, a decir que eres un arrogante, que te crees muy listo y más listo que ella y que la televisión ha dicho que la acera está en perfecto estado. Te quedas alucinado, cuestionándote si estás en la realidad o en un extraño y absurdo sueño que raya la pesadilla, cuando tu único propósito era que tuviese cierta información, para que, luego, ella decidiese sortear el obstáculo o no, según su libre albedrío. Algo así está sucediendo, si se alerta acerca de las mentiras oficiales, disfrazadas de verdades únicas.
Y la censura atroz que se vive, actualmente, es otro indicio más de que vivimos en una tiranía a escala global. Si hay tanto miedo a que se cuestionen las verdades oficiales, es porque mienten.
Cuando se tiene un modelo informativo secuestrado por los accionistas de las grandes finanzas y corporaciones, y regado con dinero público, por parte de los gobiernos, para que den, siempre, la misma versión acerca de los grandes temas que interesan al poder global dominante, es necesario poder acceder a otra visión alternativa, y, después, que cada cual, libremente, escoja qué creer o no.
Sin embargo, como en la novela 1984, de G. Orwell, acudimos a un escenario en el que se bombardea a la población, día tras día, con el correspondiente pensamiento único dominante y va calando, de tal modo, que cualquier otra perspectiva a la que se tenga acceso no tiene suficiente fuerza como para neutralizar todo ese caudal, diario, de propaganda y lavado mental; salvo que se tenga el valor de dejar de usar el televisor, definitivamente, o se utilice, solamente, de forma ocasional.
Excluyendo a los falsos o corruptos “expertos” que se prodigan en las televisiones, sicarios del poder real, se supone, en base a la lógica más elemental, que hay que respetar y tener en cuenta la información y opinión de las personas que llevan años estudiando ciertos temas. Ésa era la labor de los periodistas de investigación, que, ya, casi no existen, de modo que ciudadanos anónimos tienen que enfrascarse en esa tediosa labor de juntar noticias antiguas, juntar vídeos extractados y compilar información que permita hacerse una idea panorámica acerca de diversos temas.
Sin embargo, millones de personas que sólo se informan a través de la televisión y que no se han molestado (o no tienen tiempo, debido a sus ocupaciones laborales) en recopilar noticias de diversas décadas y juntarlas, para poder tener una perspectiva más atinada acerca del “puzzle”…, se creen con el mismo derecho a opinar que quienes llevan años recopilando numerosos reportajes, testimonios, noticias… que permiten tener una visión más real acerca de cómo funciona el Sistema actual y cómo existen unos patrones de actuación y modus operandi que se repiten, por parte de los poderes fácticos detrás de los gobiernos (y de éstos, como brazos ejecutores), en cada gran crisis que ellos mismos crean, exageran o de cuyas causas mienten: crisis financieras, guerras, pandemias, atentados terroristas, cambio climático…
Si no se atan los cabos, si no se ven las hemerotecas y se juntan noticias de diversas épocas, muchas personas no recuerdan cómo ha ocurrido, una y otra vez, lo mismo: mentiras de los medios de comunicación respecto a guerras, respecto a pandemias, respecto a atentados terroristas, respecto a crisis económicas, etc., etc. Entonces, teniendo presente todo eso, y recordándolo, es bastante más difícil dejarse engañar, ante cada nueva «pandemia», guerra, crisis…, porque actúan de la misma manera, en base a un mismo patrón de manipulación social a gran escala. Y, conforme pasa el tiempo, y mejoran los avances tecnológicos, van incrementando, más y más, su capacidad de influir en las mentes, a nivel masivo.
Cada vez que los grandes medios de comunicación, en masa, se obsesionan con un tema, durante semanas y meses, e, incluso, a veces, años, bombardeando, mentalmente, a las masas, con una sesgada e interesada versión acerca de un acontecimiento, es porque te están mintiendo y es algo que interesa especialmente a la mafia financiera internacional, y demás poderes económicos, políticos…, inculcar en las mentes de lo que ellos consideran como “chusma”.
Y se encargan bien de ridiculizar y perseguir a quienes traten de alertar de cada engaño; engaños que siguen, siempre, los mismos patrones, y se repiten, en el tiempo, valiéndose de la deficiente memoria de la mayoría de los integrantes de las naciones, y que, además, disponen de escaso tiempo libre, dado que sus necesidades laborales les ocupan buena parte del día; largas jornadas laborales diseñadas por los poderes reales de este mundo, para que no se tenga tiempo libre para pensar, investigar y acudir a otras fuentes de información alternativas.
Y los criminales medios crean falsos clichés acerca de lo que supuestamente piensan los disidentes, y la gente se cree que son, realmente, así y se creen con derecho a saber qué es lo que piensan, tachándoles de negar una situación que, en realidad, no niegan, y cuando lo que tratan es de advertir de las exageraciones, mentiras, verdadero origen de las crisis…, para que la población pueda protegerse de los psicópatas que manejan este mundo.
Y se produce la inconcebible situación de que las personas que más verdadera vocación científica tenemos, desde la infancia, con una adolescencia y juventud autodidacta, así como científicos de renombre que no se dejan dominar por la industria mafiosa que ha secuestrado “la Ciencia”, somos tachados de antital o de anticual, e incluso de cavernícolas anticientíficos, sólo por defender la verdadera Ciencia independiente y libre de intereses y chantajes económicos.
El verdadero científico no tiene miedo a aprender y a derribar sus creencias erróneas, cuando accede a evidencias que hacen tambalearse conceptos de la educación recibida. Quien cierra los ojos a intentar saber la Verdad, no tiene nada de científico.
Es duro aceptar que hijos, padres o hermanos formen parte de un modelo de salud que está secuestrado por una corrupta Industria, una falsa Ciencia, basada en intereses, que se ha disfrazado de verdadera Ciencia, mientras los auténticos científicos vocacionales, independientes, no corrompidos o arrepentidos, denuncian lo que sucede y son acallados.
Los lacayos de la Industria, los científicos corruptos que pasan por el aro o son amenazados (o amenazadas sus familias), son ensalzados y los verdaderos científicos y extrabajadores de la Industria que denuncian sus prácticas criminales son ridiculizados, perseguidos y asesinados. Y todo con la aquiescencia, aplauso y complicidad de las mayorías que “sólo creen a la televisión”.
Los grandes medios de comunicación no son libres ni independientes; salvo contadas excepciones, y te harán creer que los “malos” son los “buenos” y que los “buenos”, o no tan “malos”, son los “malos”.
Y es su cómplice quien defiende a los corruptos medios y se pone del lado de quienes tiranizan a la sociedad, esquilmándola, una y otra vez, con impuestos y leyes totalitarias, con la justificación de tal o cual crisis creada por ellos: por quienes están en la cima de la pirámide social mundial y poseen tanto dinero, y, por tanto, tanta capacidad tecnológica, como para manipular, sobornar y controlar cada sector de la sociedad.
Los avances tecnológicos existentes han sido, desde hace décadas, mucho mayores de lo que se muestra, en cada momento, a la población y la capacidad tecnológica es lo que ha permitido un control planetario, sobre casi todas las naciones, como nunca antes había sucedido.
Esto no se trata de una lucha de egos, y de quién o no tenía razón, terreno al que muchos se empeñan en llevar los contrastes informativos. Se trata de quitarse prejuicios y tratar de saber la verdad, porque si no, es imposible crear una sociedad justa y que quienes verdaderamente tienen cierto nivel de conciencia sean quienes dirijan las naciones y el planeta, y no los inhumanos mediocres aupados, al poder, por sus amos: los poseedores del «Gran Capital».
Quien se empiece a dar cuenta de lo que sucede, que no se lamente, ni se culpabilice; más vale que se ponga manos a la obra, para difundir información que desenmascare a esta hipócrita tiranía encubierta y deje de colaborar con la opresión y las mentiras. De eso, se trata; no de tener o no razón. Todos hemos sido engañados, desde niños, y nos ha costado, tiempo, ir aceptando la realidad acerca de cada engaño que se nos ha inculcado en los centros educativos, en la infancia, adolescencia y juventud. Y, aún, hay mucho por dilucidar. No somos conscientes de la escala de manipulación a la que hemos sido sometidos.
Se nos ha mentido en cuestiones de Historia, de Antropología, de Medicina, de Energía, de Astronomía, de Sociología, de Sexualidad, de Música, de Arte, de Religión, de Psiquiatría, de Política, de Economía, de Alimentación…, por intereses de dominación y control total de la sociedad.
Acercarse a la Verdad, acerca de cada tema, es un largo camino que requiere valor para derribar el propio Sistema de creencias y echar por tierra los conceptos sostenidos durante décadas, las veces que sea preciso. La otra opción es ir a favor de corriente, avanzando, ciegamente, hacia el precipicio; obedeciendo a los carceleros que esquilman (con más y más impuestos) a la sociedad y creyendo que, así, no se tendrá problemas. El ganado que cree que es libre y que sus dueños humanos le protegen, no evitará acabar sus días en un matadero.
A. K.